Renatito se agrandó en la Tricolor
Jorge Célico era el director de las juveniles y no se perdía un torneo de guambras. En el 2005, fue a la cancha de los juveniles de Liga en Pomasqui para ver unos partidos. Jugaba un equipo del valle del Chota y su 10 lo dejó encandilado: se llamaba Renato Ibarra.
La camiseta de juego le quedaba grande, era menudito, con cara de travieso. Cuando el balón echó a correr, Renato fue el amo y señor del juego. “Era muy bueno para gambetear en el uno contra uno. Tenía una gran visión de juego”, recuerda el actual técnico de la Universidad Católica.
Ahora Renato mantiene esa cara de no romper un plato y una habilidad para desairar a los rivales con su regate. El pasado jueves ante Uruguay se graduó en la Tricolor y, por momentos, hizo olvidar a Antonio Valencia. Fue Renato quien le colocó el pase a Felipao Caicedo para que marque el 1-1 provisional.
Hoy, Quinteros le da nuevamente la confianza para armar juego por la derecha. El choteño sabe que la marca se multiplicará por su costado, tras su buena actuación en Montevideo. Pero Ibarra quiere seguir saboreando la gloria.
La última joya que sacó la Máquina
Jorge Célico se acercó a conversar con Ibarrita y lo convenció para que juegue en el Nacho. El jugador y su familia solamente le pidieron terminar su año escolar en su querido valle del Chota y después ya se vino a Quito.
De acuerdo con los registros de la Ecuafútbol, Ibarra se federó con los militares en el 2006 jugando en la Sub 16.
Un año después ya debutó en la Primera del equipo militar. En las juveniles, además de él destacaban otros talentos del cuadro criollo como Edson Montaño. El choteño y el guayaquileño compartían la concentración en El Sauce y se volvieron grandes amigos dentro y fuera de la cancha.
Ibarra permaneció en el cuadro militar hasta el 2011, cuando el Vitesse holandés decidió adquirir sus derechos deportivos. “En Holanda se volvió un futbolista más completo. A su tradicional juego de gambeta le sumó una mejor comprensión de la táctica y más quite”, añade el profe Célico.
En el medio, Ibarra siempre fue bien valorado. El técnico Reinaldo Rueda lo incluyó en la nómina del Mundial del 2014 como una opción para suplir a Antonio Valencia.
Sin embargo, al choteño le tomó tiempo sacudirse y ser protagonista con la Selección. En esta eliminatoria, Quinteros decidió confiar en él y sus presencias en cancha han ido en aumento.
El imbabureño recién tuvo actividad en este año de eliminatorias. No jugó ni un solo minuto en esos cuatro partidos sensacionales de la Tri en el inicio de la contienda.
Debutó ante Paraguay en marzo: actuó 13 minutos. Después estuvo medio tiempo en el desastroso partido de la Tri ante Brasil en el Atahualpa (derrota 3-0).
Contra Chile también estuvo en cancha en el segundo tiempo. Finalmente, la ausencia de ‘Toño’ le posibilitó jugar sus primeros 90 minutos ante Uruguay. Hoy, ante los ‘llaneros’, repite desde el inicio.
Un cambio de aires que resultó positivo
A mediados de este año, el mediocampista dejó el Vitesse, equipo en el que jugaba a veces sí y a veces no. Su destino fue el América de México, un coloso de ese país. La mayor cercanía de culturas, el tener a un compa tricolor como Michael Arroyo, influyeron positivamente en el ex Nacho. Allí lleva 14 partidos en la temporada, con un tanto y cuatro asistencias de gol.
En la Selección anda siempre con Walter Chalá, el otro choteño del grupo. Juntos rememoran lo bonito que era jugar en la cancha debajo del puente.
Su ficha
Su historia. Renatito tiene 25 años. Nació en Ambuquí, en el recordado valle del Chota.
Sus inicios. El volante se inició en el club Valle del Chota. En el 2006 se incorporó a las divisiones juveniles de El Nacional.
Europa. En el 2011, el Vitesse adquirió sus derechos. Jugó en el cuadro holandés hasta mediados de este año. Allí fue transferido al América de México. Lleva 14 partidos.
