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6 de abril de 2018 12:34

La muerte también da vida

Carlos Velasco (der.), del Indot, junto al cholán. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Carlos Velasco (der.), del Indot, junto al cholán. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán

Un cholán está plantado al ingreso del Instituto Nacional de Donación de Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células (Indot), en la subida al Itchimbía. El árbol está rodeado de adoquines, pero crece. Quizá porque un grupo de personas se turna para echarle, a través de mangueras, agua a la vena.

Esos comedidos son del Indot. Es casi un acto simbólico de gente dedicada a dar vida a las personas que necesitan un trasplante de órganos o de tejidos.
Hay 522 personas en la lista de espera única nacional. De las personas que mueren se logra conseguir vida, apunta Carlos Velasco, director del instituto.

En el 2011 se creó la Ley que establece que todo ecuatoriano es donador de órganos salvo que manifieste su deseo contrario. ¿Cuántos ecuatorianos han dicho expresamente que no donarían sus órganos? El 9%, la mayoría gente de entre 23 y 30 años.

¿La razón? Quizá miedo, desconocimiento, prejuicios, atina a enumerar Velasco. Por eso, hace unos días, el Indot activó en todas las plataformas del Estado la campaña: Soy donante y mi familia lo sabe.

Osvaldo Alcocer (izq.), especialista del Hospital Eugenion Espejo. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Osvaldo Alcocer (izq.), especialista del Hospital Eugenion Espejo. Foto: Betty Beltrán / ÚN


Para el 2011 se registraron 418 trasplantes, y en el 2017 subió a 641 casos. De córneas, riñones e hígados, en ese orden. Osvaldo Alcocer, líder del área de nefrología y trasplante del Hospital Eugenio Espejo, cuenta que el operativo para donar y trasplantar un órgano va de 36 a 48 horas. Intervienen entre 20 y 30 personas.

Un donante puede salvar hasta 10 vidas, porque se puede usar sus arterias, piel, córneas, hueso, riñón, hígado... Y en el Eugenio se hace la optimización de la donación, aclara Eduardo Puente, director del Banco Nacional de Tejidos.

Los órganos son de ciudadanos que están en terapia intensiva de los hospitales de alto nivel, personas con una muerte encefálica (cuando su cerebro deja de funcionar). Los neurólogos verifican al máximo que tal condición sea irreversible.

Mariana Calahorrano, cuida tejidos y células. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Mariana Calahorrano, cuida tejidos y células. Foto: Betty Beltrán / ÚN

En cambio, los tejidos se obtienen de personas que fallecieron de parada cardíaca. Y hay seis horas para obtener, por ejemplo, córneas, piel, tendones, músculo, huesos, tendones, nervios y vasos; siempre y cuando el cadáver no haya estado en refrigeración.

Si fue refrigerado hasta una hora y media luego de morir, se tiene hasta 12 horas para el trasplante.

Esos tejidos pasan por un almacenamiento temporal hasta hacer las pruebas serológicas y microbiológicas. Y pueden ser guardados en refrigeradores de hasta 80 grados bajo cero.