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1 de febrero de 2018 10:55

El convento de los milagros

La madre Inés María del Sagrario cuenta la historia de la santa Mariana de Jesús Torres. Foto: Betty Beltrán / ÚN

La madre Inés María del Sagrario cuenta la historia de la santa Mariana de Jesús Torres. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán
(I)

Se viene la fiesta grande de la Virgen de El Buen Suceso, la madre del colonial convento de las conceptas, ubicado en la García Moreno y Chile. Mañana, 2 de febrero del 2018, al alba, los feligreses saldrán en procesión por las calles del Centro de Quito.

Este rosario de la aurora es el más solemne y participan incluso extranjeros de Irlanda, Canadá, Estados Unidos, Colombia, México… La mayoría son peregrinos y devotos de esta imagen de un metro de alto.

Su historia se remonta a 1610. Se dice que entonces la Virgen se le apareció a la madre Mariana de Jesús Torres, abadesa del monasterio de Quito.

Las 23 monjitas de claustro de la Orden de la Inmaculada Concepción, quienes viven actualmente en el convento, la tienen muy presente. También a las tres hermanas fundadoras.

María de Jesús Taboada (tía de la madre Mariana), Mercedes de San Agustín y María de la Encarnación fallecieron en el siglo XVI, pero sus cuerpos siguen incorruptos; el sarcófago está en una capilla del monasterio.

La abadesa del convento, madre Inés María del Sagrario, jura que “son muy milagrositas”. En 1870, cuando se incendió la iglesia, encontraron sus ataúdes en el coro bajo. Estaban enteritas y sus nombres en una botellita de cristal. De ahí las rescataron y las llevaron hasta la capilla.

Pero más milagrosa, dicen, es la madre Mariana de Jesús Torres, por ello su proceso de beatificación está, hace 20 años, en el Vaticano. Está en la fase de corroborar los milagros.

Ella murió en 1635 y su cuerpo está intacto. La abadesa recuerda que hace 25 años llegó al convento un equipo de médicos para hacer un estudio del cadáver de la santa y ver si tenía algún tratamiento artificial para mantenerla entera.

Pero no se encontró nada; “yo misma le sostuve la cabecita y le sacaron la ropa; la examinaron y concluyeron que no había ninguna cosa artificial que le permitiera estar intacta. Era una gracia de Dios”, dice.

La santa reposa en un sarcófago elaborado en San Antonio de Ibarra. Está preciosa, afirma la abadesa, quien recibió un milagro de su hermana de orden.

Recuerda que su mandíbula estuvo desencajada por el desgaste del cartílago y tres días después de pedir por su salud, llegó el milagro de la madre Mariana. Historias como esa se repiten entre quienes la visitan.

Las monjitas de ahora, la mayoría jóvenes, guardan un gran cariño por sus precursoras, porque perseveraron con su fe dentro del convento que estuvo, rememora la abadesa, “en la mira de algunos gobernantes de antaño”.

Cita, por ejemplo, que “Camilo Ponce Enríquez quiso quitarles su convento para hacer allí el Palacio Legislativo, pero el cardenal Carlos María de la Torre le reprendió y le dijo que ese monasterio era de la Virgen y no lo podía tocar”.

Hubo otros intentos, “el gobierno de Ulpiano Páez también quiso el predio. Y hasta un decreto firmó, pero ese día cayó su gobierno”, rememora.

Y por si las moscas, las monjitas pusieron una custodia grande en una ventana que da al despacho presidencial para que, en los 10 años del Gobierno anterior, no se produjera la tentación de decirles hasta luego y les dejen sin su casa de siglos. Esa es la fe que tienen las monjitas de hábito blanco leche y manta del color del cielo.