placeholder
Las Últimas
28 de febrero de 2018 11:31

La ‘ciegocleta’ cambia vidas

Las cicleadas salen siempre del sector de La Vicentina, donde también se entrenan para los recorridos guiados. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Las cicleadas salen siempre del sector de La Vicentina, donde también se entrenan para los recorridos guiados. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero

Dando y dando. Esa es la práctica que cada semana se replica en las cicleadas que salen desde La Vicentina a varios puntos de Quito. Una iniciativa que incluye a personas con discapacidad visual y a quienes se encuentran en proceso de recuperación de adicciones a las drogas.

Los segundos, luego de decidir salir del consumo, se volvieron guías en bicicletas dobles o triples.

“Es una motivación palpar cómo personas que no pueden ver no se dejan derrotar y nosotros que estamos completos muchas veces nos dejamos vencer”, comenta Paúl Sarmiento, de 33 años, uno de los 15 jóvenes que actualmente apoyan como guías para las cicleadas a personas ciegas.

Las rutas nacieron hace seis años. Miguel Ramos fue el precursor. Recuerda que él y su familia siempre salían en bici. Uno de sus hijos, el más pequeño, siempre se quedaba atrás. Así que el hombre acopló dos bicis y las convirtió en un vehículo doble.

Lo que Miguel no se imaginaba es que ese sería el comienzo de toda una aventura y un reto que llegaría a mover vidas.

Un día, en el bus, Miguel se encontró con una persona ciega y resultó que era su vecino, José Benavides, y se hicieron amigos. La bici doble empezó a ser la compañera de ambos en las rutas, al inicio, desde Calderón hasta el Colegio Montúfar.

Tiempo después, cuando nació la Federación Ecuatoriana de Deportes para Personas con Discapacidad Visual, surgió la idea de crear un grupo con guías voluntarios para armar los recorridos en bicis dobles.

Había un lío: a veces no contaban con suficientes voluntarios y en otras ocasiones había muchos. Hasta que se encontró con un lugar donde están quienes han tomado una decisión: dejar las drogas y mejorar la calidad de vida.

Quienes se unen a las rutas son quienes han pasado ya por dos etapas en el proceso de recuperación y se encuentran bien convencidos de levantarse.

En el grupo está Jhonatan Trujillo, de 30 años. Él es el líder de los guías, se unió hace unas seis semanas. Además de saber que está ayudando, dice que esto lo motiva en su proceso. Encima, tiene presente que una amiga sufrió un accidente y perdió la visión, una razón más para integrar el equipo.

Uno de los nuevitos es Alexis Barén, de 26 años. Compartió su primer día en la cicleada con su tía, Anabel Morales, quien desde los 17 años perdió la vista.

Alexis lleva dos meses en el proceso de recuperación. “El esfuerzo es diario y es una motivación” ser guía y más aún de un familiar, tremenda responsabilidad.
Anabel, de 38 años, es masajista terapéutica y decidió unirse a la cicleada. Ella vive en Solanda (sur).

Y así como hay los nuevos también están los que llegaron hace seis años. Ese es el caso de Ximena Lozano, de 45 años. Su discapacidad visual es congénita y es un ejemplo de perseverancia.

Se apunta siempre a las rutas y, además, ha participado en las competencias a las que ha sido invitado el grupo, como Cicleada de Carnaval al Chocolate, en Puerto Quito. Para Ximena, en el grupo se aprende de lado y lado. Pues así como ella se ha superado, los chicos también luchan por buscar nuevos senderos.

Y como tanto desde el puesto del guía como del guiado se aprende, David Jaramillo, de 32 años, se convirtió en los nuevos ojos para su compañero Cristian Samueza, de 31 años.

Él, como el resto, a medida que avanza la ruta describe los lugares, las personas, las escenas... Para su compañero, quien no es ciego de nacimiento, es una forma de recordar los lugares que un día pudo mirar.