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2 de marzo de 2018 16:41

La Catedral Primada brilla como el oro

Los trabajos se extenderán hasta finales de marzo, en la Catedral. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Los trabajos se extenderán hasta finales de marzo, en la Catedral. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán

Es del siglo XVII y estaba bien deteriorada, por eso se pusieron manos a la obra para recuperar la lámina original del altar mayor de la Catedral Primada de Quito, ubicado en pleno corazón del Centro.

El trabajo comenzó hace siete meses, con la autorización del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP). Un grupo de cuatro especialistas, dirigidos por Gabriel Izquierdo, responsable del Área de Conservación, está al frente de esta restauración.

En estos días, se apuran las manos para eliminar la película de hollín y colocar lámina de oro en el último costado del altar mayor, que tiene influencias barrocas y mudéjares. Con ello se recobrará la estética de esta enorme pieza y su historia. Dentro de tres semanas culminará la intervención.

El trabajo ha sido intenso. En la cúpula principal, donde está el coro de ángeles, se hizo una limpieza a fondo y se recuperó parte de su policromía, mientras que en todo el altar se eliminó el denso hollín.

El tizne se impregnó porque en cada misa se celebra el pasaje del incensario y obligadamente el humo emanado se adhiere a las paredes. Con el tiempo se desarrolló una densa capa en la superficie, de 16 m de alto por 15 m de ancho.

Posteriormente, y cuando haya dinero, comenta Izquierdo, se restaurará la pintura de Manuel de Samaniego, ‘El tránsito de la Virgen’, que luce en pleno centro del altar. El histórico lienzo necesita una limpieza a fondo, pues la película de hollín que la cubre impide que se aprecie su enorme belleza, agrega Izquierdo.

La recuperación del brillo del altar mayor le otorga más luminosidad a la Catedral que, por regla general, todo un siempre ha sido oscura y mística.

No en vano, entre 1562 y 1565 se la edificó desde los cimientos bajo la dirección de Pedro Rodríguez de Aguayo, quien en ese momento gobernaba la Diócesis en Sede Vacante, pues el primer obispo García Díaz Arias había fallecido sin que la obra hubiera avanzado. Esto convierte a la Catedral de Quito en, probablemente, la más antigua de Sudamérica.

Pero ahora, el oro reluce en la Catedral y no pasa desapercibido, pues ni bien se entra en su interior sorprende por la brillantez de su principal retablo.

Durante los trabajos de restauración y consolidación de la madera del retablo se encontraron unas falanges de manos en la parte posterior de la enorme estructura. Aquellos restos fueron dejados allí mismo. Aparte de esta novedad, en estos siete meses no se ha encontrado nada más.